Por: Flor Elvira Vazallo Peña.
“Un pueblo sin memoria, es un pueblo sin destino”, el mensaje irrumpió el silencio, mientras voces de las víctimas de la violencia, se hacían escuchar tras años de secreto. Hoy se expresaban en un acontecimiento y conmemoración de los Sesenta Años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el mundo y cinco años de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú.
“Para Que No Se Repita”, se marcaba en la memoria de cada hombre, mujer y niño de esta tierra; en mensaje de esperanza en el contexto del pueblo peruano; en una historia que inició con sangre y terminó con sangre.
La Casa de la Memoria, en uno de los rincones del Perú; Huamachuco, Provincia de Sánchez Carrión, era hoy, mudo testigo de la indolencia. La llamada guerra sucia, marcaba con hilos de sangre y dolor los relatos de esas vivencias expuestas en la llama del simbólico cirio, flores y fotos, reflejo y marcas de la cruel historia.
Rostros de dolor, rememoraban por primera vez en conjunto los episodios de muerte, desolación y destierro que acontecía y que sólo se pueden expresar en el siniestro y mudo pesar de esos días.
ZONA IMPACTADA.
Transcurrían los años 1980 y 1990, cuando la Provincia de Sánchez Carrión, en las alturas de la Sierra Norte del Perú, a tres mil trescientos metros sobre el nivel del mar, y pueblos colindantes, confluían y eran declarados como “Zona Roja”, decretada al “Estado de emergencia por efecto de la guerra política”, los hechos acontecían a la llamada violencia subversiva, agravados a su vez, por las fuerzas del orden como entes del Estado, e incrementado con graves secuelas y desenlace.
Las muertes y enfrentamientos entre grupos terroristas, policía y ejército, ponían de manifiesto las elevadas estadísticas, que muestran como se iba acentuando ese impulso, sobre un terreno tranquilo y presionado a la incidencia de los llamados grupos terroristas - afirman los testimonios, señalado por los sindicados como el “Ejército Popular”, vinculado a Sendero Luminoso.
“Un pueblo sin memoria, es un pueblo sin destino”, el mensaje irrumpió el silencio, mientras voces de las víctimas de la violencia, se hacían escuchar tras años de secreto. Hoy se expresaban en un acontecimiento y conmemoración de los Sesenta Años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el mundo y cinco años de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú.
“Para Que No Se Repita”, se marcaba en la memoria de cada hombre, mujer y niño de esta tierra; en mensaje de esperanza en el contexto del pueblo peruano; en una historia que inició con sangre y terminó con sangre.
La Casa de la Memoria, en uno de los rincones del Perú; Huamachuco, Provincia de Sánchez Carrión, era hoy, mudo testigo de la indolencia. La llamada guerra sucia, marcaba con hilos de sangre y dolor los relatos de esas vivencias expuestas en la llama del simbólico cirio, flores y fotos, reflejo y marcas de la cruel historia.
Rostros de dolor, rememoraban por primera vez en conjunto los episodios de muerte, desolación y destierro que acontecía y que sólo se pueden expresar en el siniestro y mudo pesar de esos días.
ZONA IMPACTADA.
Transcurrían los años 1980 y 1990, cuando la Provincia de Sánchez Carrión, en las alturas de la Sierra Norte del Perú, a tres mil trescientos metros sobre el nivel del mar, y pueblos colindantes, confluían y eran declarados como “Zona Roja”, decretada al “Estado de emergencia por efecto de la guerra política”, los hechos acontecían a la llamada violencia subversiva, agravados a su vez, por las fuerzas del orden como entes del Estado, e incrementado con graves secuelas y desenlace.
Las muertes y enfrentamientos entre grupos terroristas, policía y ejército, ponían de manifiesto las elevadas estadísticas, que muestran como se iba acentuando ese impulso, sobre un terreno tranquilo y presionado a la incidencia de los llamados grupos terroristas - afirman los testimonios, señalado por los sindicados como el “Ejército Popular”, vinculado a Sendero Luminoso.