"Esta lucha tiene una larga historia y podemos decir, también, que el Cristianismo ha jugado un papel notabilísimo en esa historia por dignificar a la mujer. Basta fijarse en las fórmulas originales de la Biblia acerca de la creación del hombre. La imagen divina en el ser humano se verifica en la dualidad del varón y la mujer".
"El Papa Juan Pablo II en su carta, que comienza precisamente con esas palabras ("La dignidad de la mujer") recuerda que los menoscabos y las discriminaciones de que ha sido objeto la mujer a lo largo de la historia, que perduran en muchos lugares del mundo en varias culturas, tienen su origen en el pecado. La referencia es al desequilibrio que el pecado original ha causado en el ser humano, y que luego ha tenido su repercusión cultural y se ha manifestado también en la intimidad de la relación varón-mujer y en sus proyecciones culturales".
"Por eso podemos afirmar que existe un camino originalmente cristiano de dignificación de la mujer y podemos asumir, nosotros, este día, para recordar esa igualdad con el hombre. Una igualdad en dignidad y en derechos y, al mismo tiempo, para clarificar la diferencia porque igualdad no significa que los roles de valores de varones y mujeres sean indistintamente intercambiables y que no perdure esa diversidad biológica, psicológica y genial de varones y mujeres".
"Creo que esto es importante destacarlo hoy porque existe también un feminismo ideológico que ha fuerza de querer reivindicar a la mujer lo hace en términos de beligerancia con el varón. Y así como el varón se habría apoderado en largos periodos de la historia del control de las cosas en la sociedad, en la familia, etc., así también, ahora, la mujer tendría que apoderarse "ella" de todas esas dimensiones de la cultura humana para hacer prevalecer su grandeza, su dignidad, y para poder proyectar allí su propio genio".
"No se trata de establecer en beligerancia la relación varón/ mujer, sino la identidad en la especie humana, en la dignidad, en la grandeza y la diferencia de roles que el Creador ha asignado a unos y otros. Entonces, podemos decir que en este camino específicamente cristiano de dignificación de la mujer no hay lugar para ideologismos cerrados que en el fondo acaban masculinizando a la mujer. Y eso es curioso, ¿no?. A fuerza de querer dignificarla se la hace igual al varón, pero no se establece la debida diferencia y entonces acaba siendo la mujer masculinizada".
"Hoy día tenemos que afirmar entonces esa originalidad femenina que ella solo puede brindar a la familia y a la sociedad. El rol de esposa y de madre de la mujer no puede ser reemplazado, la mujer podrá ocupar hoy lugares de gran importancia en los ámbitos de la cultura, en la política, en la economía y se sabe muy bien que, incluso, hay empresas importantísimas del orden mundial que prefieren a las mujeres para sus cargos gerenciales. Eso no quiere decir que la mujer deba renunciar a aquello que ella solo puede brindar a su condición de esposa y de madre".
"El desafío de un verdadero feminismo esta en esto: ver como se ayuda a la mujer de hoy a armonizar debidamente su vocación femenina y materna con el aporte extraordinario que ella puede brindar a la cultura y a la sociedad".
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