Con fecha 23 de setiembre de 1953 el Presidente de la República, Manuel Apolinario Odría expidió el D.S. 2521 instituyendo, el 1 de octubre de cada año, como el Día del Periodista, en mérito a que dicho día de 1790 fuera fundado por el periodista español Jaime Bauzate Meza el primer diario de Sur América teniendo como sede la ciudad de Lima y llevando como denominación: El Diario de Lima. Con esta partida de nacimiento el periodismo nacional cumple el 1 de octubre un aniversario más de esta inquietante ocupación humana cuyo rol en el devenir de los acontecimientos de nuestra sociedad es indispensable y trascendente. Es en esta circunstancia que resulta oportuno reflexionar acerca del papel que cumple el comunicador social en nuestra comunidad.
Cuando los actos de corrupción son puestos al descubierto, se captura las más grandes bandas de narcotraficantes, extorsionadores y criminales, y, por ende, les cae todo el peso de la ley; cuando se informa de la más trascendente obra de algún personaje, cuando se da a conocer algún importante acto cultural, turístico o deportivo o se emite una opinión a favor o en contra de algún acontecimiento, la comunidad orienta su atención hacia alguien cuya función es constituirse en el nexo entre la ocurrencia de dichos hechos noticiosos y la sociedad misma: El comunicador social o periodista. Y lo hace porque tiene plena confianza en que encontrará en él, al personaje que le habrá de informar tal ocurrencia con objetividad, esto es, en base a la verdad del acontecimiento y en un marco de honestidad. En esto estriba la trascendencia de la tarea periodística, es decir, en la credibilidad, en la confianza que el periodista pueda ganar de sus lectores, oyentes o televidentes.
Pertinente resulta enfatizar, asimismo, en que los acontecimientos adquieren su verdadera dimensión cuando son informados, cuando son convertidos en noticia, de allí el rol protagónico de los comunicadores sociales en la comunidad. He allí la trascendencia de su misión. Una misión que se ha convertido en indispensable en el devenir de la historia de los pueblos tanto es así que muchas naciones consideran a la prensa como el Cuarto Poder del Estado constituyéndose en un baluarte de la libertad de expresión, elemento importante en un Estado de Derecho.
En esta fecha de reflexión cabe preguntarnos: ¿El Periodista cumple únicamente el papel de informador de la noticia? ¿El Periodista peruano responde cabalmente a la confianza que la comunidad tiene depositada en él? Ser periodista no es únicamente ser elaborador e informador de noticias, esto es, de acontecimientos que se suscitan en nuestros pueblos, es eso y más que eso, constituye el orientador de la realidad comunal, es convertirse en el vocero de las inquietudes comunales, es decir transformarse en: LA VOZ DE LOS SIN VOZ. Ser periodista, sea de carrera o autodidacta, implica poseer una profunda vocación de servicio comunal, estar convencido de que el principio fundamental de su tarea es la búsqueda de la verdad, poseer una cultura básica, hacer de su misión una práctica permanente de capacidad, honestidad y de respeto a la dignidad y el honor de las personas. Asimismo, ser consciente que su trabajo no debe ser ajeno a la elegancia y al arte en la presentación del hecho noticioso, por cuanto el periodismo es también un género literario, esto lo afirmo por el respeto que nos debemos a nosotros mismos y por el respeto que nos merecen quienes nos leen, oyen o ven.
Lamentablemente, en nuestro país existen periodistas que no se encuadran dentro de esta línea de conducta. Nuestra comunidad lo sabe y sabiamente los ubica en el lugar que les corresponde y hasta les ha puesto denominación y color por el contenido y la forma como lo practican. También existen quienes venden su pluma. Son realidades de la que no está exenta la noble y digna ocupación humana del periodismo. Ojalá que en el marco de la ley y con absoluto respeto a la libertad de expresión estos estigmas que hacen mucho daño a la noble misión de la comunicación social sean superados en el más breve plazo.
La ocasión es propicia para recordar reverentes a todos los periodistas que en el fragor de su cotidiana labor han caído víctimas de la incomprensión, asimismo a colegas que nos supieron legar la sabiduría de su ejemplo como José Faustino Sánchez Carrión, Abelardo Gamarra Rondo y Manuel Jesús de Orbegoso y, saludar fraternalmente, a toda una pléyade de personalidades del periodismo local, regional y nacional cuya ingenio sigue brillando rutilante en la actualidad. Un fuerte abrazo.
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