sábado, 25 de febrero de 2012

EL FLAGELO DE LA DESNUTRICION INFANTIL


Por: Dionicio Mantilla León

¡Vergonzoso! Es el calificativo más acertado para referirnos a la desnutrición crónica infantil una de las más terribles secuelas de la pobreza y extrema pobreza de un país del denominado tercer mundo. Y resulta vergonzoso porque en esta época en que en el mundo se ha establecido la modernidad y el boom de la alta tecnología que trae consigo el desarrollo en plenitud acompañado de la comodidad y el bienestar humano resulta inconcebible que se arrastre este terrible flagelo, que es señal de miseria, ignorancia e ignominia.

Todos los investigadores de la salud revelan que la desnutrición infantil impide el desarrollo de las potencialidades genéticas de los niños afectando su desarrollo humano futuro en desmedro del capital social de tal suerte que un país en donde se hace presente este mal su población está condenada a no tener futuro y con ello a detener el normal devenir de la civilización.

Sin embargo, esta es una dramática realidad de la cual no escapa el Perú y específicamente nuestra región considerada como una de las más productivas del país y una de las primeras aportantes al erario nacional. Una región La Libertad, si bien rica en recursos naturales, principalmente mineros, y poseedor de una gran producción agroindustrial costeña, pero que, incongruentemente, ocupa uno de los primeros lugares en desnutrición crónica infantil del país, pese al denominado “Plan Estratégico Regional para la Desnutrición Crónica Infantil”, conducido por la Gerencia Regional de Salud de La Libertad, el cual tiene por finalidad servir de ente articulador de la labor de los diversos sectores públicos y la sociedad civil y pese, también, a que las instancias regionales estatales impulsan, como en el resto del país, los consabidos programas sociales.
Hace un mes, diferentes medios informaron los nuevos datos estadísticos del INEI entre ellos que en nuestra región 7 distritos de la provincia de Sánchez Carrión: Curgos, Sanagorán, Sarín, Marcabal, Chugay, Cochorco y Sartimbamba, se encuentran en situación de extrema pobreza. Una información que no deja de preocuparnos por cuanto implica que nada se ha avanzado en cuanto a disminuir ese nivel oprobioso que trae detestables secuelas entre ellas la elevación del índice de desnutrición crónica infantil y una creciente tasa de morbilidad y mortalidad en dichos lugares; sin embargo, como es conocido, hasta hace algunos años sólo el distrito de Sanagorán tenía ese lastre junto a los distritos de Condormarca, Bambamarca y Ongón (Pataz).

¿Qué es lo que ha ocurrido? Lo desconocemos, pero hasta donde podemos testificar los gobiernos municipales de varios de esos distritos entre ellos Chugay, Marcabal y Sanagorán se vienen abocando, en la medida de sus posibilidades, a paliar esa triste realidad a través de proyectos y obras económico productivos que lógicamente tienen que incidir en el mejoramiento del empleo y una mejor alimentación de sus respectivas poblaciones y, por ende, al logro de una mejor calidad de vida, bajar las tasas de desnutrición, morbilidad y mortalidad infantil, crueles estigmas que van de la mano con la extrema pobreza de nuestros pueblos.

Específicamente, en el distrito de Sanagorán conocemos del esfuerzo que vienen haciendo sus autoridades ediles por hacer realidad programas económico- productivos como la piscigranja de truchas de Carancmaca (que fuera destruida por una minera), granjas avícolas de gallinas ponedoras establecidas en diez caseríos de su jurisdicción; asimismo, se vienen impulsando varios proyectos productivos de frutales, paltas y forestales en varios caseríos, todo ello acompañados de pequeños proyectos de irrigación y programas de educación nutricional destinados a mejorar el nivel de cultura alimentaria de la población; algo similar viene ocurriendo en los distritos de Chugay y Marcabal.

El reto asumido por algunos municipios; empero, resulta estéril si es que no es asumido, también, por las diversas instancias del Estado el cual no debe limitarse a viabilizar programas sociales “dando pescado, sino enseñando a pescar”, esto es, que la eliminación de la extrema pobreza debe orientarse a incentivar proyectos económicos productivos viables los que necesariamente deben estar acompañados del combate a la corrupción de funcionarios, la evasión tributaria, la ineficiencia del aparato estatal y la injusticia social.

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