Por: Juan
Castro García
Aquel presidente que inauguró el ferrocarril, y en
señal de arborización sembró ficus frente al reloj y
oficinas administrativas de la hacienda Laredo, Manuel Prado Ugarteche (1889-1967); mediante
resolución del 18 de octubre de 1944 estableció que cada 31 de octubre se
recuerde El Día de la Canción Criolla.
Fue Juan Manuel Carrera,
linotipista de El Comercio, el gestor principal; dicho acontecimiento se
celebró por primera vez en el centro musical Carlos A. Saco de la capital, con
asistencia presidencial. Cumplimos el aniversario 68 de su instauración.
En Trujillo, las peñas se
reencontrarán con su público para revivir tiempos felices y asegurar la
tradición con nuevos valores. Eran notorias y reconocidas las agrupaciones que
desfilaban en el Club Libertad, eventos animados con la persuasión y sobriedad
de don Berardo Castañeda, “El Bardo de la Canción Criolla”. Entonces el
sentimiento crecía, estremecía, se apelaba al amor que fue y nunca vendrá, se
volvía amar y olvidar a la mujer que nos besaba apasionadamente y que más
tarde, olvidando todo, se marchaba con otra pareja.
Ese es el dolor que atormenta,
desespera y no podemos borrar de la mente. Los cantantes convencían a los
exigentes asistentes y el Concurso de Peñas
siempre eran exitosas. Berardo al frente estimulando y dando cariño,
“todo va a salir bien, la experiencia cuenta”; preocupado, “Cruzadito, se
demora; Polo no hay, le dije puntual”. Y después con su corazón y cuerpo lleno
de criollismo buscaba auspicio en los empresarios colaboradores, para seguir
presentándose y no se extinga la canción popular.
En Diplomat Radio, el profesor Ubaldo Tejada en
sus miércoles de Páginas Libres, combina información política con música testimonial; y deleitó a la audiencia con
temas de antaño de Estelita Preciado. Letras románticas, enamorados sigilosos y desesperados, afecto a la patria
y al nuevo Perú, acciones loables de hombres y mujeres trabajando por un futuro
promisorio en un país disímil y de
indiferencia gubernamental.
Esta propuesta de identidad
regional inspira defender lo nuestro, avasallado por corrientes foráneas y de
cultura chatarra, minimizando el esfuerzo de intérpretes peruanos. “Lo más
grave es la destrucción de todas las formas culturales del Perú. A todos nos
viene arrasando una subcultura que mana de los peores programas de televisión,
de un pésimo fútbol convertido en filosofía cotidiana”, reflexionaba el
historiador Juan José Vega en “Peruanidad e Identidad”.
Es propicio revalorar la efigie
señera de don Segundo Bocanegra (+),
defensor acérrimo del criollismo, frecuentaba las peñas y apoyaba con su
talento a los cultores de la música nacional en prensa y radio alternando con
Freddy Gálvez Delgado. Vienen a la memoria las voces y tonalidades altas de los
hermanos Alayo; el salero y gusto de Juan Príncipe, conocido por Azúcar,
Pimienta Sal y la Paca Paca. La potente voz de Víctor Alva; la intensidad de
Juancito Chacón, el compás extraordinario y buena dicción de Peche Gamarra; el
amplio repertorio del profesor Enrique Rodríguez; el popular Sahanti de Laredo, solista
instrumental, a veces acompañado por el Dr. Arquímedes Rodríguez Lynch, actual jefe del Seguro
Social de Laredo y predicando la palabra del Señor.
Ahora son agua viva y vibrante el
calor de la Peña Pilsen Trujillo, esa voz estremecedora de Rodolfo Aguirre, el
fraseo y picardía de Edelmira del Rosario y Delia Calderón, entre otras
figuras. Pasean, como los catedráticos de la legua, aquellos artistas viajeros
solitarios del mundo, o la hermosa carreta de San Benito, su canto por las
dulces avenidas del arte alimentando la sensibilidad de la gente para continuar
subsistiendo en esta sociedad moderna, que necesita cada vez más del calor
humano. Feliz Día familia musical criolla.
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