Vuelvo a la Casa Blanca más
decidido y determinado que nunca sobre el camino a seguir´, dijo Obama a la
multitud que lo ovacionó en Chicago durante su discurso de la victoria.
Barack Obama en la celebración |
Barack Obama obtuvo del pueblo
estadounidense los cuatro años más que pedía para poder cumplir desde la Casa
Blanca su promesa de reconstruir los fundamentos de la economía de EE.UU. y el
bienestar de su clase media.
El veredicto de las urnas ha sido
para él más benigno de lo que se preveía, porque al final el presidente se impuso
a su rival, el republicano Mitt Romney, con holgura, prueba de que su capital
de carisma no está ni mucho menos agotado.
Aunque en el voto popular la
diferencia no ha sido muy grande, de apenas dos puntos (50 % frente a 48 %), el
presidente ha conseguido imponerse en casi todos los estados en disputa: Ohio,
Virginia, Iowa, Colorado, Nevada, Pensilvania, Michigan, Nuevo Hampshire y
también Florida.
La diferencia con Romney en votos
electorales es hasta el momento, 303 frente a 206, superior a la prevista, pero
mucho más exigua de la que le llevó en 2008 a la Casa Blanca en su duelo contra
John McCain (365-173).
"Vuelvo a la Casa Blanca más
decidido y determinado que nunca sobre el camino a seguir", dijo Obama a
la multitud que lo ovacionó en Chicago durante su discurso de la victoria, en
el que desgranó sus prioridades para el segundo mandato: la reducción del
déficit, el avance tecnológico, la educación, la reforma migratoria, y la
presencia en la escena mundial.
La mayoría de los observadores
coincide hoy, sin embargo, en que el riesgo de que persista el bloqueo político
en Washington es tan grande o más que antes.
Los estadounidenses han
respaldado al presidente otorgándole un segundo mandato, pero no han colocado a
su partido en posición de controlar el Congreso, con el que ha estado en
disputa casi permanente durante la segunda mitad de su mandato.
Después de una campaña electoral
de las más duras que se recuerdan en EE.UU., en la que los republicanos
llegaron a creer realmente que podrían desbancar a Obama del poder, el clima no
va a ser nada propicio para el bipartidismo.
Según todas las proyecciones, el
Congreso seguirá dividido, con la Cámara baja dominada por los republicanos y
el Senado por los demócratas.
En su breve discurso de aceptación
de la derrota, Romney se declaró esta madrugada "preocupado por Estados
Unidos", porque "la nación se encuentra en un punto crítico".
"En estos tiempos de
difíciles desafíos para nuestro país, rezaré -añadió el candidato derrotado-
porque el presidente Barack Obama tenga éxito como líder del país", una
manera de augurarle grandes dificultades.
Estados Unidos se enfrenta a una
auténtica hecatombe presupuestaria, si antes de finales de año demócratas y
republicanos no se ponen de acuerdo sobre un plan equilibrado para la reducción
del déficit público.
En ausencia de un acuerdo,
entrarán en vigor una serie de recortes automáticos del gasto que coincidirán
con la extinción de las reducciones impositivas adoptadas en los años de George
W. Bush.
El efecto combinado de esas dos
medidas puede precipitar a la primera economía del mundo en una nueva recesión,
según advierten todos los observadores y organismos internacionales.
Una gran responsabilidad recae
ahora también sobre el Partido Republicano, que tendrá que analizar
cuidadosamente las razones de la derrota de su candidato.
Para ganar la designación
republicana, Romney, quien no contó nunca con la simpatía del Tea Party, tuvo
durante meses que exagerar su conservadurismo y, una vez proclamado candidato,
su vertiginoso giro al centro resultó demasiado sospechoso para muchos.
Pero al margen de las contorsiones
o la supuesta frialdad de su candidato, los republicanos tendrán que revisar a
fondo la idoneidad de su programa, si quieren ganar en el futuro apoyos clave
entre las minorías, especialmente la hispana, entre las mujeres y los jóvenes,
que nuevamente fueron determinantes para la victoria.
Fuente: AFP
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