Danos hoy nuestro pan de cada día, pedimos en el Padre Nuestro. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, se nos dice en el Génesis. Pan y comida, en la civilización occidental y en las religiones monoteístas, son prácticamente sinónimos. Sí, pero… ¿qué pan?
Porque de vez en cuando, con bastante regularidad, alguien nos recuerda que el pan es malísimo para la salud, que engorda, que hay que comer menos pan, que el grado de desarrollo de una sociedad es inversamente proporcional al consumo de pan.
Sin embargo, cada vez apreciamos más el buen pan, cada vez tenemos más variedades a nuestra disposición y en los países occidentales y desarrollados proliferan las panaderías que ofrecen una variedad y calidad de panes con la que no hubieran soñado nuestros abuelos.
PAN CON PAN
Saber qué pan va con cada cosa ya es una ciencia. En los restaurantes de alto nivel se ofrecen diversos tipos de pan. Pero, al final, y salvo que alguien esté siguiendo un régimen estricto para adelgazar -y uno se pregunta qué pinta un ciudadano que quiere adelgazar en un restaurante- todos acompañamos la comida con pan.
Blanco, en general. De trigo. Hoy los hay de un montón de cereales diferentes, juntos o separados; pero al hombre heredero de la civilización romana le ha gustado siempre el pan blanco, una de las señas de identidad, con el aceite de oliva y el vino, de la cultura romana.
Sin embargo, el pan “negro”, de centeno, va de maravilla con algunas cosas que están muy bien consideradas en gastronomía. Las ostras, por ejemplo. Los franceses suelen servirlas con rebanadas de pan de centeno y, al lado, una buena mantequilla para untar.
En el Perú desayunar pan con mantequilla es algo clásico, así como remojarlo en el café con leche o en la sopa. En realidad, las posibles combinaciones son infinitas. ¿Cuál es tu tipo favorito de pan? ¿Con qué te gusta comerlo más?
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