martes, 25 de octubre de 2011

DEL ZANJÓN A LA PISCINA MUNICIPAL


Por: Marco López

¿Cuántos de nosotros nos hemos zambullido en las aguas del Zanjón o en las pozas del Rio Grande? ¿Cuántas veces hemos regresado a nuestras casas con la ropa “chucra” por efecto del barro; esas pozas que parecían piscinas temperadas por el efecto de las aguas detenidas y calentadas por el sol? Esas primeras brazadas, esos primeros estilos de natación: perrito, sapo, ¿y la peinada de la bruja? ¿Se acuerdan? Hagan memoria.

El año pasado, con cámara fotográfica en mano, se me ocurrió hacer un pequeño recorrido por esos lugares que alguna vez lo hicimos con el fin de zambullirnos y tomar contacto con esas aguas que a veces estaban llenas de lodo, pequeños sapitos y cungúles. Grande fue mi decepción que de todo ese hermoso recuerdo no quede más que escombros, ríos contaminados, llenos de basura, abandonados a su suerte. El zanjón no existe más, es un botadero de desperdicios y algunas partes se han desaparecido. El Rio Grande, donde se hacían grandes pozas con las mismas piedras del rio, ahora esas piedras, se les lleva como material de construcción y el elemento más importante que es el agua cada día es menos. Antes de la piscina municipal existían dos piscinas bastante simbólicas en aquel entonces, la del Sr. Meléndez y del Sr. Silva. En estas piscinas: ¿Cuántas generaciones habrán aprendido a nadar? ¿Cuántas veces habremos saltado sus muros para darnos unas buceadas “sin pagar”? Hagan memoria. Verlas ahora destruidas, de verdad que causa pena, y más pena causa decepción porque verlas así origina un efecto de abandono, indiferencia, dejadez.

La piscina municipal se transformó en un chiquero de chanchos, colgadero de ropa, corral de animales, depósito de materiales; al menos hasta el momento de haber hecho estas fotos. ¿Cuánto costará rehacer o hacer una piscina, con sus buenas tribunas, buenos poyos, un buen trampolín, sus baños y, porque no temperada? Creo que solo voluntad y ganas de hacerlo.

Huamachuco está lleno de escuelas primarias, colegios secundarios, institutos, universidades. ¿Por qué no motivar la natación en la niñez, en la juventud y porque no convertir a estas piscinas en verdaderos centros de esparcimiento para las familias, en los fines de semana? Voluntad y ganas de hacerlo. Quizás no aparezca un Johnny Bello, nadador peruano que dominaba cuatro estilos y ganador de muchas medallas sudamericanas pero al menos estas piscinas pueden servir para entretenimiento o práctica de un deporte completo de mucha importancia para nuestra niñez y juventud. Claro, siempre y cuando haya voluntad y ganas de hacerlo y no me digan que no hay plata. Hay y harta. ¿O no conocerán la historia de Huamachuco?

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