martes, 11 de agosto de 2009

La religión de los Pobres o la religión de los Palacios

Irónicamente ambas palabras comienzan con "P". Religión significa unión - relación con el ser divino - Dios; por tanto, significa que los hombres de este planeta tienen el derecho natural a descrubrir sus propias formas de relacionarse con Dios y por ende, darle el nombre que más les inspire amor y cercanía. La diferencia se marca cuando, la unión con el ser divino exige valores éticos universales de respeto a la vida y búsqueda de la paz y la justicia.
En la religión cristiana el punto de referencia es la divinidad del fundador: Jesucristo. Quién instituyó su Iglesia con una historia original que marcó la diferencia en la opción preferencial por los desprotejidos y pobres. Se diferenciaba radicalmente de las esferas políticas que explotan al pueblo. Sin embargo, siempre fue cuestionada de hacer política por sus obras de bien que realizaba. El cristianismo es una religión donde la fe se demuestre con la obras y que al árbol se le conoce por sus frutos.
Muchos seguidores de esta Iglesia se unieron a las esferas de poder y comenzaron a crear una iglesia ritualista y al servicio del poder terreno aplacando en "nombre de Dios" las protestas del pueblo que buscaba justicia. A esta imagen de iglesia - relgiónes la que Marx define como opio del pueblo. Posteriormente aparecieron corrientes de pensamiento teológico que la solo fe salva.

Pues en esta dimensión las opiniones y versiones que dan nuestros líderes católicos desde sus diversos cargos inventados por la misma estructura eclesial, muestran una realidad: la iglesia de los POBRES y una iglesia del PALACIO. A los primeros los llaman revolucionarios y terroristas, muchas veces son perseguidos y silenciados. Mientras los segundos se dedican a echar inciensos a los gobernantes, a recibir piropos y a devolver halagos sin importar si son justos, creyentes o éticos. A nombre de Cristo... cual chamanes...llenos de poder, abren su boca lanzando dardos de condena y de retos cual escena biblica de Goliat y David.
Ojalá abrieran la boca para pedir justicia, paz y desarrollo a favor del pueblo sencillo denunciando las estructura injustas de los sistema políticos y gobiernos. Sin embargo, son los que se quedan callados, golpeándose el pecho y rezando por sus donaciones de los empresarios que evaden impuestos al estado, que no dan sueldos justos a sus empleados y que para sanear sus conciencias los donan a los palacios eclesiales.
Felizmente y gracias a Dios que existen una religión con sacerdotes, verdaderos testimonios de fe que apuestan por la liberación, por el desarrollo de los pobres y por la adaptación de la palabra de Dios a los tiempos acutales. Ejemplos tenemos a raudales basta mirar la historia de independencia de América Latina.