viernes, 25 de septiembre de 2009

Humala y el idioma

Por: César Hildebrandth.

El primer problema del comandante Ollanta Humala es el nivel de sus asesores. El segundo es el idioma. Porque en vez de gritarle “cabrones” a Fujimori y a García hubiera podido apelar, en el caso de Alberto Fujimori para empezar, a una retahíla de justas aproximaciones. Es cierto que la complejidad criminal de Fujimori no se resigna a caber en un solo término. Pero Humala hubiera podido escoger de un hangar lexical calificativos pálidos como estos:

Traidor, felón, cobarde, criminal, facineroso, asaltante, malhechor, asesino mediato, delincuente, micrococo, ignorante, ruin, roñoso, mezquino, miserable, sórdido, abusivo, machista, laurobózico, raulromérico, mónico-déltico, nicolás-lucárico, álamopérezlunático, artero, malicioso, ladino, pícaro, lagarto, patán, descarriado, odioso, aborrecible, despótico, mendaz, incompetente, ordinario, avezado, canalcuátrico, pepeoláyico, bressánico, sanguijuela, histrión, embustero, falsario, betocúrico, abominado, repugnante, espichánico, blanconélido, atroz, desventurado, perturbado, faisálico, amante de lo ajeno, martachávico...

Y así por el estilo.

Y en cuanto al doctor Alan García, es cierto que sus matices son menos numerosos pero es también indiscutible que el vocabulario del castellano, auxiliado en este caso por neologismos de peruana inspiración, alcanza para aludirlo. He aquí algunos modestos ejemplos:

Judas, ingrato, olvidadizo, mentiroso, incumplido, presumido, demagogo, farsante, fugitivo, irresponsable, huido, maletero, derechista a traición y granminero, chino por adopción, chileno por si acaso, cebado, hueco, anético, búfalo que quiso ser alado, supermercado, atroz, cursi, expendido, conchudo y licitado, prescrito, impune, sobreseído, sustractor, valiente con los pobres, alvacástrico, frontónico, cayárico, accomárquico, luisnávico, prialesco, offchórico, mantíllico, arrendado, altanero, cipriánico, giampiétrico, alexcúrico, embaucador, amaestrado, dionisiaco-romérico, malévolo, dudoso, parisino, declamatorio, hinchado, odriista, fukuyámico, beltranudo, incongruente, historietero, pretérito, negado, recursero, efímero, ámbar y pedigüeño...Y así por el estilo.

Porque eso de llamar “cabrón” a quien es –duela a quien le duela- presidente de la República es como un andahuaylazo de lengua. Y aparte de ensuciar y de afear la atmósfera, expone al desaforado a que le digan “cachaco mediocre”. No interesa que quien diga eso de “cachaco mediocre” haya servido a más de un cachaco mediocre y a civiles que actuaban como cachacos no sólo mediocres sino también rateros.

Lo que Humala necesita es un nuevo asesor. Y un diccionario para repasar de vez en cuando. Y un poco de largo plazo. Y más ideas que adjetivos.

La cumbre de Pittsburg

En las últimas semanas se moderaron las expectativas de que la cumbre del G-20 en Pittsburg produzca medidas decisivas. Esto se debe principalmente a que el sistema financiero mundial se ha recuperado gracias a los rescates de los bancos en quiebra y a la inyección de liquidez en el sistema. Además, la crisis de la “economía real” en términos de la pérdida del crecimiento del PNB y de la rápida caída del comercio parece haberse mitigado. La necesidad de adoptar medidas que contrarrestaran la recesión –en especial con la ampliación del gasto público a través del “estímulo fiscal”– era acuciante a principios de abril, cuando el G-20 se reunió en Londres. Pero esa urgencia se redujo con los indicios de recuperación.

Sin embargo, muchos expertos creen que esos indicios son engañosos -en especial la rápida recuperación de los mercados accionarios- y consideran muy probable una recaída en materia de recesión.
Podría haber nuevas inyecciones, pero cada vez más voces advierten sobre los peligros de una disparada del déficit público y de la creación de una nueva burbuja que explotaría en una nueva crisis. En otras palabras, habrá un límite a lo que puedan hacer el estímulo fiscal y las ayudas monetarias de los gobiernos. Y si la economía no logra su propio ímpetu para despegar, podría recaer nuevamente, y tal vez las mismas medidas no tengan el mismo éxito.

Hay ahora un debate sobre la “estrategia de salida”, o hasta cuándo y hasta qué punto los gobiernos deberían seguir contribuyendo con gastos y rescates extraordinarios. Algunos políticos y expertos creen que la salida debería darse ahora, otros se inclinan por continuar con las medidas por algún tiempo, para evitar que la economía vuelva a caer. Esas diferencias seguramente estarán presentes en la cumbre del G-20 y tal vez den lugar a medidas populares -como limitar las bonificaciones a los jerarcas de los bancos- y a nuevas regulaciones -como requisitos más exigentes en materia de capital para los bancos-, pero no a una reforma fundamental del sistema.

El aumento del proteccionismo, un tema donde Barack Obama estará en el tapete, dará lugar a la más álgida discusión.

A principios de setiembre, Obama autorizó un impuesto adicional del 35% a los neumáticos importados de China, una medida proteccionista que provocó fuertes reacciones en todo el mundo y que complementa otras anteriores: la cláusula que dispone la compra de productos nacionales en el plan de estímulo fiscal de Estados Unidos y un capítulo de proteccionismo comercial en un proyecto de ley sobre cambio climático adoptado por la Cámara de Representantes. En este aspecto, Obama estará a la defensiva durante esta semana de alta diplomacia internacional.
Por: Martin Khor