martes, 11 de enero de 2011

CORTINAS DE HUMO

Por Augusto Álvarez Rodrich
Diario La República.

¿Cómo reaccionar ante la detención de Crousillat?
Los peruanos tenemos tan poca confianza en los políticos, y estamos tan acostumbrados a que estos –me disculparán el francés– nos hueveen, que nuestra reacción instintiva ante una noticia que nos sorprende o no entendemos bien, es llamarla ‘cortina de humo’.
El origen del término es militar y alude al humo provocado para impedir que el enemigo observe los movimientos de nuestra tropa, creando la oportunidad para el ataque sorpresa. En política, cortina de humo sería todo aquello que sirve para evitar que la gente vea lo importante.
Opinión pública y periodismo recurren con igual entusiasmo a este recurso con mucha frecuencia, tal como acaba de ocurrir con la detención de José Enrique Crousillat, diez meses después de que se revocara el indulto otorgado por el presidente Alan García.A veces, es claro que estamos ante una cortina de humo, como cada vez que reaparece la virgen que llora, un clásico y toda una institución del manual del engaño psicosocial.
Pero hay formas mejor elaboradas pero igualmente efectivas: ovnis que acechan al cerro San Cristóbal, la postulación del Perú para realizar las Olimpiadas 2016, o –¡esta es muy buena!– pishtacos emprendedores que han logrado reunir la grasa suficiente para incursionar con éxito, en botellas familiares de Inca Kola, al exigente y altamente competitivo mercado alemán.
En cualquier caso, no hay cortina de humo sin la participación –ingenua o interesada– de los medios. Hay, incluso, una estupenda película –Wag the Dog– dirigida por Barry Levinson, con las actuaciones de Dustin Hoffman y Robert De Niro, sobre el uso de los medios como instrumentos para ganar una elección, a partir de la invención de una guerra con Albania con el fin de ocultar una denuncia de abuso sexual a una menor cometido por el presidente durante una visita a la Casa Blanca.
No es fácil armar una cortina de humo en una plaza tan curtida como la peruana. Se requiere talento y experiencia en las lides del engaño, especialmente con una población desconfiada por tantos años de engaños, y que llega a pensar, como me dijo ayer un oyente de Radio Capital, que la captura de Crousillat era una ‘cortina de humo’ para tapar la anterior ‘cortina de humo’ pero sin siquiera decir cuál era esta.
Esa desconfianza impide ver que, al margen de que la oportunidad escogida por el gobierno para detener a Crousillat genere sospecha legítima, no deja de ser valioso que esto finalmente haya ocurrido con el fin de que cumpla su condena en lugar de fingir males, como cortinas de humo, para salir antes de tiempo.

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