Por Carlos Castro
Cortina de humo, bajeza o guerra sucia son los calificativos que ha merecido de parte de Keiko Fujimori y de los fujimoristas la investigación de Gerardo Reyes, periodista de Univisión, sobre la evasión tributaria y la sentencia de tres años impuesta en EEUU al padre y a tres tíos de Mark Villanella, esposo de la candidata de Fuerza 2011. Lo patético fue la conferencia de prensa que ofrecieron Rafael Rey y Fernán Altuve, cabezas visibles del fujimorismo. No permitieron que Mark respondiera las preguntas de los periodistas y solo lo dejaron leer una declaración pública en la cual admite el delito financiero cometido por su padre. La hija del ex dictador se fue a provincias para escapar de la prensa. Pero no lo logró. En Huánuco se vio forzada a tocar el tema y dijo que intentan malograr su campaña y tapar las denuncias de chavismo contra Ollanta Humala, pero en Cajamarca puso mala cara y simplemente no respondió.
El fujimorismo pretende que los periodistas no investiguen los antecedentes familiares de quien podría convertirse, en la eventualidad negada de un triunfo de KF, en inquilino de Palacio de Gobierno y en una de las personas de mayor influencia en el poder. Culpan además a la prensa peruana de guerra sucia, cuando la noticia fue dada a conocer por Gerardo Reyes, uno de los periodistas de investigación más respetados en el mundo. Imputarle a quien ha sido premio Pulitzer una cercanía al humalismo o de promover una campaña contra la candidata de Alberto Fujimori es olvidar que la prensa está en la obligación de escudriñar los antecedentes familiares de los personajes públicos.
Como le dijo Reyes a Claudia Cisneros, de Lamula.pe, el único negocio que “nos interesa es la verdad. La guerra es por la verdad, y en ese sentido sí somos guerreros”. La búsqueda de la verdad es algo que para el fujimorismo y su candidata importa poco. Total, cuando gobernaron compraron las líneas editoriales de los medios de comunicación con los millones de dólares que Fujimori y Montesinos le robaron al Estado.
Mark se ha excusado diciendo que era un niño de 15 años en el momento en que ocurrieron los hechos. Lo cierto es que, al destaparse el caso, Mark tenía 23 años y cuando su padre cumplió su sentencia andaba por los 26. No era ningún niño. Sabía la gravedad del delito en el que había incurrido su padre. Tanto que en el momento de nacionalizarse peruano obvió el nombre de su progenitor. La explicación salta a la vista. Pretendía que las autoridades peruanas no se aproximaran a este escandaloso hecho que en Estados Unidos se castiga con el máximo rigor. A decir del propio Reyes, las familias de Fujimori y Villanella están vinculadas hasta en hechos delictuosos.
Como en el caso de Mark, en el de Keiko Fujimori también se juega con la argumentación de que ella era muy joven y no sabía de la corrupción y los crímenes que se cometían desde Palacio por orden de su padre y Montesinos. Lo concreto es que KF estuvo hasta el último instante del gobierno fujimorista. Ella fue una pieza clave en el intento de su padre y de Montesinos por perpetuarse en el poder. Lo prueban los videos de los mítines de la re-reelección. Y cuando el régimen de la corrupción comenzó a caerse a pedazos estuvo en todos los actos finales. Carlos Boloña, ex ministro del dictador, recuerda que Keiko Fujimori estuvo presente en Palacio en el momento en que se realizó la transacción del pago de 15 millones de dólares a Montesinos. Como se ve, hay más de una coincidencia entre Keiko Fujimori y su esposo Mark Vito Villanella.
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