miércoles, 29 de junio de 2011

DESAPARECE OLEO DE SIMÓN BOLÍVAR EN HUAMACHUCO

Un robo más de nuestro patrimonio
A inicios de febrero del presente año en una visita  al historiador  Valdemar Espinosa Soriano, después de discurrir a trascendencia histórica de Huamachuco, con una mirada penetrante me dijo allí en Huamachuco tienen una reliquia única, un cuadro de Simón Bolívar. Una semana antes se había conformado la Comisión de homenaje al Dr. José Faustino Sánchez Carrión, fundador de la República peruana, ahí se me informo la frustrante que había sido la investigación por parte de los regidores de una anterior gestión por saber el destino del oleo de Simón Bolívar, esto merecía una seria y responsable denuncia pública y penal.

Aquí se aprecia el cuadro de Simón Bolívar junto a JFSC
Por: Luis Flores Prado*
A mediados de abril de 1824 en la plaza de Huamachuco, 4000 colombianos y 3000 peruanos presenciaban el fusilamiento de un soldado del batallón “Rifles”, por el solo hecho de robar una cuchara de plata. A día siguiente por la tarde, la plaza y la calle al Puente Grande rebalsaba de gentío, estallaban cohetes, un arco triunfal, repleto de flores, de la familia de don José Mantilla en las Cinco Esquinas esperaba por el libertador Simón Bolívar. Las campanas echaron al vuelo, una salva de artillería resonó en las cumbres del Huayllillas, Cerro Negro, y el Kaccañan, Simón Bolívar llevaba bigote y unas patillas espesas en las mejillas, algunos rizos salían de la gorra; llevaba un peti de paño azul cerrado, pantalón de la misma tela, y una gorra azul con visera. Bajó del caballo, junto con su comitiva, cogió del brazo a dos damas huamachuquinas entre ellas a Tomasa Miranda, recorrió las ocho cuadras que separan desde el Puente Grande hasta la Casona del Dr. José Faustino Sánchez Carrión, su cuartel general, vítores, aplausos, improvisadas bienvenidas, ya en la plaza doña Josefa Colina, derramó agua rica, cegándolo momentáneamente, disculpó el gesto. En la Casona, escucho atentamente al ex seminarista Jacinto María Rebaza, responsable oficial de la bienvenida. El pueblo en la calle exigía ver al libertador, la multitud hizo que se retirará el batallón Vencedores de Boyacá, la guardia de honor, él salió y hablo al pueblo, doña Petronila Galarreta, con sus sesenta años se arrojo a los pies del Libertadora besárselos él le levanto suavemente y le dijo: “No madre mía, yo soy hijo del pueblo, igual a ustedes”.
En Huamachuco empezó a prepararse el ejército para liberar el último reducto del yugo español, abastecimientos, caballos, las lanzas, herrajes, las ropas, las reses, impuestos a los realistas, el aporte voluntario del pueblo, sus alhajas, los cálices de las cofradías. Ahí el papel fundamental del Dr. José Faustino Sánchez Carrión, huamachuquino, no solo para el avituallamiento, sino sobre todo para las construcción del nuevo estado, la patria peruana, la creación de la Corte Superior de Justicia, de la Universidad Nacional de Trujillo, la distribución política de los actuales departamentos, consolidó el titulo dado por San Martín  de “La muy fiel e ilustre Ciudad de Huamachuco”.
Eran tiempos de Guerra, donde a los desertores ya no se les fusilaba en la Plaza, sino en el sector de “La Quinta”, a los corruptos que usufructuaban con el nuevo estado eran conminados a devolver los bienes al pueblo, y separados de por vida de la administración.
Durante una ceremonia en la MPSC, atrás se aprecia el cuadro de Simón Bolívar
El único testimonio gráfico de la personalidad del libertador Simón Bolívar, en campaña, es un oleo que él mismo obsequió a Tomasa Miranda, a hurtadillas de Manuelita Sáez, recién llegada desde Quito. Este cuadro alcanzado por la familiares de la musa a la Municipalidad de Huamachuco, ha permanecido inalterable en el transcurrir del tiempo, revela al libertador con la mirada firme, en traje militar de gala, con la medallas otorgadas por los países libertados, detrás tenía la dedicatoria a la dama huamachuquina, fue pintado por el artista peruano José Gil de Castro por 1825, los otros dos raros óleos de Bolívar por este mismo pintor están, uno a cuerpo entero en el Salón Elíptico del Congreso Nacional, en Caracas, Venezuela, el otro se encuentra en el Museo Histórico  Nacional de Buenos Aires. Uno más de su autoría, pero ya sin el bigote que lo acompañó casi toda la campaña emancipadora en el Museo Nacional de Historia de Pueblo Libre, en Lima. En ellos se reflejan el planismo- heratismo coloniales, un cierto manierismo en el tratamiento de las manos, vestidos, posiciones y rostros.
Testimonios fotográficos de las décadas del 50, 60, 70, 80 lo demuestran, era uno de los dos cuadros existentes en Latinoamérica del Simón Bolívar, hace más de cinco años está desaparecido de Salón Consistorial de la Municipalidad de Huamachuco. Tan menoscabado es el patrimonio cultural que hasta la fecha no existe una denuncia penal ni administrativa de su desaparición, procesos internos inconclusos, revelan un completo desconocimiento del valor intrínseco y monetario del referido cuadro, ni una denuncia pública, es vergonzante la forma que tratamos a nuestro patrimonio, y así impulsamos el turismo.
No es el único caso de desidia gubernamental por la década de 1960 en colegio San Nicolás, tenía una reliquia de la Guerra con Chile, la bandera peruana que flameo en la Batalla de Huamachuco, la recupero en Chile el telúrico Abelardo Gamarra, donde era un trofeo de guerra, éste lego a su ahijado, a don Leoncio Prado Pacheco, único hijo del héroe de Huamachuco, el cual dejo en custodia del colegio, años después cuando lo visitó, encontró que la bandera servía de limpia plumas, indignado el anciano la quemo en el patio, llorando.
Lanzo esta denuncia pública como una Alerta Cultural con el fin de evitar el tráfico, el contrabando, de patrimonio de Huamachuco, sosteniendo que es necesaria la sanción administrativa a los responsables, tarea del Ministerio de Cultura,  acudo a la comunidad internacional a poner en alerta el contrabando, la tenencia ilegal  conforme la tenencia ilegal conforme el convenio de UNIDROIT sobre los bienes culturales robados o exportados ilícitamente.
A quien sea responsable en instancia última debe juzgarse con la misma rectitud, objetividad con la cual Bolívar mandaba a fusilar a los traidores a la causa de la Libertad.

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