martes, 11 de diciembre de 2012

El miedo paraliza y vuelve ineficiente.

Está comprobado que el miedo paraliza el accionar de muchas personas, hace cambiar de actitudes y toma de decisiones, generalmente el miedo hace tomar decisiones erróneas, salvo que sean reacciones del instinto de conservación. El miedo es una emoción  que produce una experiencia desagradable, generado por una percepción de peligro y ansiedad.  El miedo paraliza provocando incapacidad operativa.
En la municipalidad Provincial Sánchez Carrión, se está viviendo manifestaciones y reacciones  producto de una ansiedad de control de lo que no se puede controlar, ni se debe hacerlo porque simplemente choca con el fuero interno y ético de cada persona con la que se interactúa. Por eso que los especialistas, entre ellos Pablo Secada del instituto peruano de Economía.

En la corporación pública se ha ido tomando decisiones que no dejan de ser una clara manifestación de un miedo a flor de piel que la gente a quienes les han llevado a trabajar no les traicionen y que los trabajadores encontrados de otras gestiones no les delaten, por tanto la decisión reactiva de conservación de estatus ha hecho que bloqueen uno de los servicios  básicos de  comunicación, propio de los tiempos modernos,  me refiero al FACEBOOK , MESSENGER y  la prohibición de los mensajes de textos de las RPMs institucionales,  bajo la premisa que mucha gente se entretiene y no trabaja;  pero la razón fundamental es que por las redes sociales fluye descontentos y mensajes que delatan información sobre su accionar ilícito. Mucho más, en estos años donde existe abundancia presupuestal generada por el canon y sobre canon. La  corrupción  se ha institucionalizado mediante las coimas llamadas diezmos. Es allí donde centran toda su capacidad humana las autoridades y funcionarios buscando figuras legales  justificatorias. Que no quede huellas,  que no,  y que no... es la música que suena, por los pasillos  y oídos de los responsable de  llevar adelante los procesos de  "licitación pública - concursable"   de las obras de infraestructura  concesionándolas a terceros, quienes son meros testaferros de las mismas autoridades o de ex-autoridades, ingenieros y funcionarios vinculadas al mismo gobierno. Lo terrible de esto es que la población lo está aceptando como normal. Si no se muestra voluntad desde las más altas esferas para combatir la corrupción, el desarrollo sostenible y sustentable se ve amenazado.  
Todo se puede justificar y controlar, pero lo que no se puede ocultar es el miedo a ser descubiertos llevando los grandes volúmenes del dinero público a enriquecer sus arcas familiares. El miedo paraliza y resta fuerzas para dedicarse a tiempo completo para conseguir las metas planteadas en orden al bien público.

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